¿Dónde nace el amor?

A mí nadie me entiende: no entienden cómo puedo querer tanto a una persona a la que apenas sostuve 15 minutos en mis brazos.

No podemos elegir a quien amamos, simplemente les queremos. El amor nace, sin apenas darnos cuenta, como de una pequeña chispa se prende una cerilla, y como con ella, se pueden incendiar miles de hectáreas en tan sólo unos minutos…

La maternidad va tomando forma en nuestra mente desde que jugamos a las muñecas en nuestra más tierna infancia. En la adolescencia ya soñamos con tener preciosos hijos de ojos claros. En el momento del matrimonio, casi es un hecho esa maternidad que se ha ido gestando sutilmente en nuestros corazones y en nuestros sueños.

Llega ese momento en que creas un plan: tener niñas de edades seguidas, unas amigas que afronten juntas sus vidas y se apoyen mutuamente. Simplemente son sueños, sueños bonitos que casi no crees que vayas a lograr.

De repente te ves con una mano en el vientre y otra en un test de embarazo positivo, te miras en el espejo y repites para tí misma: “soy una mamá”…una personita crece dentro de tí y sabes que correrá a buscarte cada vez que caiga para que alivies sus heridas, que te abrazará y se sentirá a salvo…y sabes que quieres ser todo eso para esa persona. Sabes que matarías por tener a salvo a esa criaturita, lo que no sabes es cómo has pasado de anhelar un sueño a que ese sueño se haga realidad y lo quieras a toda costa.

Mi sueño ya se podía tocar con las manos, mi amor ya era sincero…y da igual cómo y cuándo sucedió: lo que cuenta es que yo quiero a mis hijas, pueda o no tocarlas, y así será siempre.

Su ausencia, o la mía propia, no impedirá la conexión que se creó en nuestros corazones. Lo comprenda o no la gente, las madres amamos sin tiempo y sin forma desde que están en nuestros planes, luego en nuestro vientre, más tarde en nuestros brazos y más allá, cuando toman caminos lejanos al nuestro.

Siento todo el peso del amor desbocado por los hijos que perdieron la batalla al cáncer, por los que se quedaron en accidentes de tráfico…por lo que pudieron ser y no fueron, porque también se quiere lo que sabes que van a ser con tu ayuda: grandes personas que den tanto amor como reciben.

No tratemos de entender por qué una madre quiere a su hijo, o por qué se quiere a una u otra persona. Simplemente admiremos eso tan bonito y respetemos algo que por mucho que intentemos, nuestras palabras y falta de comprensión no pueden romper.

Maria José, mamá de Lara

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